Nacen de las brumas del dormir, como pequeños seres capaces de manipular la mente de aquellos que, entre sábanas de colores, se dejan llevar por las manos de Morfeo. Como pequeños duendes se internan en la cabeza de aquel que dormita, con pequeños pinceles comienzan a dibujar imágenes en el lienzo oscuro, juegan con sus risitas y sus miles de voces, te hablan con la voz de tu hermano, con la de tu madre, pintan sus rostros, a veces, incluso, pintan rostros desconocidos, interactúas con ellos, vives en las sombras y en las penumbras del dormir, a merced de aquellos seres que enmascaran su apariencia con su magia y te guían, a veces al olvido, a veces al dolor, otras veces te llevan al placer, y en ciertas ocasiones a la felicidad, pero siempre te guían, o tal vez te manipulan, esos pequeños seres, con los que sueñas, tal vez sean reales, tal vez sean solo parte de tu imaginación, pero jamás podrás verlos fuera del dormir, pues, ahora mismo, esos pinceles, esos rostros, esas risas, esos pequeños gorros blancos, esos profundos ojos negros, no son, ni serán jamás, nada más que un sueño.